La iglesia de la Preciosa Sangre o de San Francisco Javier se alza como uno de los monumentos de mayor belleza en Cáceres. Allí se instalaron en el año 1898 los Padres de la Preciosa Sangre, siendo la primera casa de la Orden en España, por voluntad del último Marqués de Ovando. Y en Cáceres, en el año 1915, tuvieron lugar los actos conmemorativos del primer centenario de la fundación de la Orden. 

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Gaspar del Búfalo, fundador de la Congregación de la Preciosa Sangre.

La llegada a Cáceres de la Congregación de la Preciosa Sangre (Congregatio Missionariorum Pretiosissimi Sanguinis) tuvo su origen en el legado que testamentara en su día don Vicente Mariano de Ovando Solís Perero Maraver y Aponte, (Cáceres, 1783-1864), último Marqués de Ovando, rico hacendado cacereño, de señalada influencia en la sociedad de la entonces villa, cuyos destinos rigiera en varias ocasiones. Y es que el Marqués de Ovando procedió a donar en su día a la Congregación de la Preciosa Sangre una señalada parte de su fortuna, como la que suponía la Casa del Sol, uno de los edificios más emblemáticos del Casco Histórico cacereño, y la Casa de la Cuesta de la Compañía. Con la condición eso sí, de que en dichos edificios se procediera a levantar un Instituto de los Padres de la Preciosa Sangre que fundara el año 1815 el Padre Gaspar del Búfalo.

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Vicente de Ovando que donó la Casa del Sol y la Casa de la Cuesta de la Compañía para el establecimiento de los Padres de la Preciosa Sangre en Cáceres.

Y es que el Marqués de Ovando, que llegó a ser Gentilhombre de Cámara del Rey Fernando VII, para posteriormente abrazarse en el año 1833 a la causa del Infante don Carlos María Isidro de Borbón,que se vio forzado a exiliarse en la ciudad italiana de Turín tras la derrota sufrida por sus correligionarios en la Primera Guerra Carlista contra los isabelinos, comienza a saber y a conocer en profundidad, en la bella ciudad italiana, de la intensidad y esfuerzos de la labor que llevaban a cabo los miembros de la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre.

A tal fin es de señalar que Gaspar del Búfalo (1786-1837), fundador de la Orden, puso la misma en marcha porque durante su niñez padeció una grave enfermedad ocular, de la que estuvo a punto de fallecer, y que, sin embargo, superó, según los testimonios revelados por el mismo, gracias a la intercesión de San Francisco Javier, patrón de la congregación de la Preciosa Sangre. Un Gaspar del Búfalo que, hasta donde llegan las referencias, ya de niño «se escapaba de su casa buscando martirio, predicando a los infieles e inflamando fervor religioso«. para divulgar y enseñar los evangelios. Y que más tarde lucharía con todas sus fuerzas por corregir las malas condiciones de vida de la Italia de entonces en medio de tragedias como las que se expandían por todo el territorio a caballo entre el hambre de una gran parte de la población más necesitada, la que emanaba de las injusticias sociales y la que se derivaba de la miseria que se había instalado en el país por culpa de la ocupación y de la guerra.

Gaspar del Búfalo eligió la fecha del 15 de agosto de 1815 para fundar la Orden, de tipo misional. Y, de forma muy especial llevar a cabo el mejor apostolado posible entre los masones, los bandidos y los delincuentes. En una labor que le llevó a la máxima entrega durante toda su vida, y que, con el transcurso del paso del tiempo, le reconocería la Iglesia con señalados considerandos.

Tras el óbito de don Vicente de Ovando, acaecido el año 1863, tras la desaparición de su esposa, sin descendencia, y con el paso de algunos años los Padres de la Preciosa Sangre se deciden a poner en marcha la Congregación en Cáceres, siendo, al parecer, la fecha del 13 de noviembre de 1898, cuando el misionero Bartolomeo Corradini procediera a celebrar la primera misa en la Iglesia cacereña de San Francisco Javier.

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Arco en la Plaza Mayor en los actos del primer centenario de la fundación de la Congregación de la Preciosa Sangre.

Posteriormente, mientras la Congregación avanzaba lentamente en Cáceres, el año 1915, con motivo de la celebración del primer centenario de la orden fundada por Gabriel del Búfalo se llevan a cabo los correspondientes actos conmemorativos en la ciudad de Cáceres en los primeros días del mes de noviembre. Una fecha en la que, por cierto, Gaspar del Búfalo ya había sido beatificado por Su Santidad el Papa Pío XI en el año 1904.

Y es que toda una combinación de factores vino a determinar y a posibilitar una solemne, piadosa y muy popular celebración, en la ciudad de Cáceres, del primer centenario de la puesta en marcha de la Congregación de la Preciosa Sangre.

Toda una efemérides, pues, que se llevó a cabo en medio de una gran solemnidad y que figura escrita con mayúsculas, en el libro de la historia de la ciudad de Cáceres, como un acontecimiento del mayor relieve y una excepcional participación popular.

Monseñor Ragonessi, días antes de visitar Cáceres en 1915.
Monseñor Ragonessi, días antes de visitar Cáceres en 1915.

Aquellos actos contaron con la presidencia y presidencia ni más ni menos que del Nuncio de Su Santidad Apostólica, Francesco Ragonessi, en lo que fue considerado como una visita de excepción para la que la ciudad de Cáceres se engalanó de lujo y piedad devocional, de fe y de curiosidad ciudadana.

En este sentido es de señalar cómo el periódico cacereño «El Bloque» subraya que la visita del Nuncio fue acogida «con profunda gratitud. Autoridades y Corporaciones, pobres y ricos han dado una nota armónica, tributando a Monseñor Ragonessi una acogida en extremo cordial y cariñosa«.

«El Bloque» continúa exponiendo: «Así el eminentísimo Ragonessi ha podido decir que en ninguna ciudad española ha tenido un recibimiento tan jubiloso y entusiasta como en nuestro Cáceres«.

Y es que Cáceres fue, vivió y sintió una fiesta de muy excepcionales connotaciones. Recibimiento por parte de Corporaciones y Autoridades, honores militares a cargo del batallón Castilla, todo el pueblo volcado en la calle para presenciar y acompañar al cortejo y desfile de carruajes, los exploradores llenaron su papel, intensa e inmensa presencia y manifestación ciudadana, visita de miles de forasteros, casas completamente iluminadas, se inauguró un nuevo alumbrado, la iglesia de San Francisco Javier, que ya se conocía desde unos años atrás también como de la Preciosa Sangre, “estaba como los chorros de oro” y “los altares, la iluminación, la decoración de toda la Iglesia era un verdadero encanto”…Y “la animación que se notaba en las calles era desusada”.

Asimismo se celebró una gran Velada, con intervención, entre otros,  de los prestigiosos escritores y poetas Diego B. Regidor y Federico Reaño, y también fue un acierto, por lo que relatan las crónicas, el sermón del Padre Vázquez Camarasa.

Ante tamaño acontecimiento se levantaron tres Arcos en el recorrido del cortejo ceremonial de autoridades. Si bien, a tenor de lo que dejan constancia las crónicas de la prensa de aquel entonces, “el que más llamó la atención fue el de la Plazuela de San Juan” sin desdeñar, claro es, al construido por el Ayuntamiento y al que se alzó en la Plaza Mayor.

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«la Iglesia de Santiago de los Caballeros, de Cáceres», que se entregó al Nuncio del Papa.

En medio del fervor y el entusiasmo de todo Cáceres y en nombre de la ciudad se procedió a entregar a Monseñor Ragonessi, como recuerdo, el libro «La Iglesia de Santiago de los Caballeros de Cáceres. Descripción histórico-artística«, escrito por el doctor Antonio C. Floriano.

En el mismo, que consta de 22 páginas, el doctor don Antonio Floriano Cumbreño relata de forma detallada  y pormenorizada los principales rasgos de la iglesia cacereña de Santiago a lo largo de un histórico, riguroso y ameno recorrido por todos los pormenores y detalles que requiere la fuerza, imponente, de la Iglesia de los Caballeros de Cáceres.

Una obra que fue muy bien acogida por el todo Cáceres, como se suele decir y señalar de forma coloquial.

Historiadores, intelectuales, instituciones, periódicos, feligreses, estudiantes y estudiosos de la ciudad de Cáceres en todos sus más diferentes y variados pormenores que se conforman y que, al tiempo, se dan cita en las páginas de una historia brillante, a caballo del paso del tiempo, de sus gentes, de sus protagonistas, y de sus propias páginas en la historia de la ciudad.

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D. Feliciano Rocha Pizarro, en 1915 párroco de Santiago, y que en la fotografía, en 1933, era Administrador Apostólico de la Archidiócesis de Toledo.

Lo mismo que en el libro del profesor cacereño Antonio Cristino Floriano Cumbreño se dicta de la iglesia de Santiago como «viejo solar de glorias cacerenses», que el retablo de la Capilla Mayor «es obra del águila de la escultura española Alonso González Berruguete«, que la determinación de alzar el templo la dispuso el Arcediano de Plasencia D. Francisco de Carvajal, allá por 1554, que califica de «fecha memorable en la Historia del Arte para la ciudad de Cáceres«, que la distancia de cabecera a pies es de 54,31 metros y reseñando, claro es, la imagen de Santiago peleando con moros a sus pies, en una «figura enérgica, movida y valiente«.

Asimismo Antonio Floriano subraya, entre otras muchas consideraciones, respecto a la imagen de Jesús Nazareno, de impresionante y extraordinaria veneración en Cáceres, que «su rostro expresa una estilización del dolor«. Lo que el autor denomina «un dolor superlativo«. Para dejar constancia expresa, finalmente, de que la capilla del mismo «ha venido a ser uno de los sitios más amados de la piedad cacerense«.

El párroco de la iglesia de Santiago de los Caballeros, por aquel entonces, del correr del año 1915, era don Feliciano Rocha Pizarro, (1870-1945), natural de la localidad cacereña de Hinojal, que también fuera dean de la catedral de Coria, párroco de San Mateo que llegara a ser nombrado en 1935 Obispo de Plasencia, y autor de libros como «La devoción al Sagrado Corazón de Jesús» o «Necesidad de la penitencia» y que animó a Antonio Floriano a escribir el libro.

Un libro que se imprimió en la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Cáceres, en la oficina tipográfica de Santos Floriano. Los moldes estuvieron a cargo de Luis Parra, Tomás Antequera, García Floriano y Francisco Galán, Ioachim Peña físolo en prensa, como se especifica, y la obra fue encuadernada por Maese Fidel Ximénez. Al final del libro reza: «En del Nascimiento de Nro. Señor e Salvador. JHS. MCMXV. Laus Deo«.

La conmemoración de los actos del centenario de la Fundación de la Congregación de la Preciosa Sangre, que hizo historia, tendría bastante más relieve y sensibilidad histórico-documental em el sentir cacereño con el paso del tiempo al saberse que Gaspar del Búfalo, fue canonizado en el año 1954 por el Papa Pío XII, que el Nuncio de Su Santidad Francesco Ragonessi alcanzaría el grado de Cardenal Presbítero, por Benedicto XV, así como el rango de Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, y que el entonces párroco de Santiago llegaría a estar al frente de una diócesis de tanta raigambre, predicamento e importancia en el orbe eclesial como es la de ciudad Plasencia.

El pasado mes de octubre los misioneros celebraron en Cáceres el bicentenario de la fundación. Se representó la obra “San Gaspar”, de José Rodríguez Pinilla, profesor del Colegio “San Francisco Javier” en Fuente de Cantos, un musical con la actuación del cantautor Migueli, una conferencia titulada “Pasado, presente y futuro de la Congregación de Misioneros de la Preciosa Sangre”, por el padre Enmanuel Lupi, Vicemoderadorgeneral de la Orden y hubo una concelebración eucarística presidida por Francisco Cerro Chaves, Obispo de la diócesis Coria-Cáceres.

La Comunidad de la Preciosa Sangre en Cáceres, mientras tanto, prosigue su camino y su andadura con la imagen, siempre presente, de Gaspar del Búfalo, su fundador, la adaptación a los nuevos tiempos y las nuevas corrientes sociales, y, siempre, pensando en servir más y mejor a la sociedad en la que se encuentran ubicados.

Asimismo señalar que entre los padres de la Congregación de la Preciosa Sangre de Cáceres, en Aquellos Tiempos, de los años sesenta y setenta, se encontraban, entre otros, Casiano Suero López, muy conocido en toda la ciudad, el padre José Sánchez, que trabajaba mucho con la juventud cacereña, el padre José Luis, natural de Calzadilla de Coria, y el padre Edmundo, y que iban tratando de dejar constancia de su labor religiosa.

Finalmente dejar constancia de que Eduardo Torres Márquez (Jaraicejo 1944-2007) estudió en la congregación «La Preciosa Sangre«, de Cáceres. Ordenado sacerdote por dicha Orden fue Arcipreste de la Sierra Norte de Sevilla, fundador de la parroquia Santa María de la Asunción, en el municipio sevillano de Guadalcanal y director espiritual de la «Hermandad de las Tres Horas«. De él escribe el investigador y poeta jaraicejeño Wenceslao Mohedas Ramos que «era una persona buena, noble, sencilla«.  

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LA PRECIOSA SANGRE EN CACERES por JUAN DE LA CRUZ GUTIÉRREZ GÓMEZ se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.

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